EL CUERPO EMOCIONAL
La frontera física
para el cuerpo emocional es todo el sistema nervioso; pero se puede decir que
el cerebro emocional se aloja en la mitad del cerebro. Esto incluye el sistema
límbico, que es un circuito que sirve como portador de mensajes y recuerdos.
Allí, la corteza cerebral tiene conexión con el hipotálamo, el sistema de
inmunidad y el sistema nervioso automático. El circuito emocional afecta todo
el cuerpo.
En la literatura
metafísica se le llama al cuerpo emocional, cuerpo astral o cuerpo del deseo.
El conocimiento de este cuerpo es el deseo. Anhela la creatividad en
interacción con otras energía; su naturaleza es la de extenderse, mezclarse y
expresarse. Su deseo original es abrazar la creación y al fundirse en ella
elevar su vibración y retornarla al Creador.
Debemos recordar
que el cuerpo emocional es parte del cuerpo del planeta. Debido a la naturaleza
adhesiva y egoísta que sentimientos mal calificados impusieron al planeta, la
sutil fluidez inicial de ese cuerpo se fue volviendo cada vez más densa y
pegajosa. Esta sustancia se expande, se adhiere a sustancias similares creando
una sensación de pesadez.
Este cuerpo
también está asociado con la proyección astral (que es distinta a las
experiencias fuera del cuerpo, desarrolladas principalmente en los cuerpos
etéricos o elevados). Deseos emocionales, en especial sentimientos intensos
como la rabia, el miedo, el deseo sexual y la curiosidad harán que uno se
proyecte astralmente hacia el objeto del deseo.
Estos viajes
normalmente agotan al cuerpo físico por las simple razón que el cuerpo astral o
emocional es un estado de ser más que un cuerpo en sí. Éste extrae la vitalidad
del cuerpo físico. El deseo reviste al doble etérico de una densidad que se
experimenta como vibración lenta y pesada atraída magnéticamente hacia la
tierra. Cualquier que haya tenido experiencias de proyección astral describe
éstas como si estuviese moviéndose en el agua, o en declive; de atravesar
paredes y flotar o sentirse que está nadando, volando o caminando por
superficies escabrosas.
Los astrales
"inferiores" (término acuñado por los teosófistas) se refieren a los
deseos colectivos de la humanidad situados a nivel de los chakras inferiores.
El Cuerpo Emocional en sí es gobernado por la actividad (atracciones,
repulsiones y lecciones kármicas) de los tres primeros chakras. Una vez que el
sentimiento llega a nivel del chakra del corazón la actividad es transferida a
uno de los cuerpos superiores.
El cuerpo
emocional se desarrolla en la excitación e interpreta la ausencia de este tipo
de titilación como aburrimiento. Al igual que el chakra del ombligo del cual es
paralelo, el cuerpo emocional posee todas las propiedades del agua y es
fácilmente conmocionado y agitado. Un individuo encadenado a la consciencia de
este cuerpo tiene intensos gustos y disgustos y es de alguna manera adicto a la
estimulación del segundo y tercer chakra (sensaciones, sensibilidad emotiva y
acción).
Este es el cuerpo
principal involucrado en todo tipo de relaciones ya que carga las marcas de
otras vidas en formas de vórtices. Su intensidad en sí es la responsable de
perpetuar el karma: venganzas y todos los asuntos relacionados con entregas
contractuales y condicionales, expectativas y las diversas formas de
manipulación que operan en las relaciones.
Como esta energía
tiene la tendencia de proyectarse a sí mismo, nosotros proyectamos nuestras
emociones hacia el medio ambiente en forma de juicios y acusaciones. Nosotros
odiamos, nos disgustamos o nos irritan gentes o situaciones que reflejan algo
dentro de nosotros o de nuestra historia emocional que aún no hemos logrado
trabajar. En otras palabras, todavía luchamos con ellas.
Esto se puede
observar en aquel perfeccionista que trabajando concienzudamente en su deseos
de perfeccionarse llega a convertirse en un fanático que demanda que los demás
estén en su misma onda. Se convertirá en un ser intolerable y petulante. En
suma, será un tipo desamorado y áspero a pesar de querer ser generoso y amable.
Este individuo es
también el típico ejemplo de alguien que no se quiere lo suficiente y es
intolerante y exigente consigo mismo. Lo que él considera una virtud es un
rasgo negativo. El amor "empieza por casa".
Este mismo
principio se aplica al perdón. A la gente que no perdona le resulta muy difícil
perdonarse a sí misma. La llave está en nosotros. Amarnos a nosotros mismos. Si
no estamos capacitados o no podemos hacerlo significa que hemos comprado
actitudes, creencias o juicios que otros han proyectado sobre nosotros.
Aprendemos a amar siendo amados y la mayoría de nosotros no conoce el amor
porque nuestros padres no fueron amados tampoco y así continúa la cadena.
Las ataduras que
existen en nombre del amor son sumamente destructivas.
Un clarividente
vería esto como líneas de fuerza densas y lóbregas que encadenan los cuerpos
emocionales de las personas en un perpetuo intercambio de poder, de actitudes y
creencias, al grado de no saber más cómo sentirse.
Esto debe parar
de alguna manera utilizando la energía espiritual y una nueva perspectiva de vida.
Necesitamos revalorizar las actividades de nuestra vida cotidiana.
El miedo y la
duda son las entradas principales de la negatividad. Si se examina veremos que
están basados en la creencia equivocada de que estamos solos en un mundo
extraño. Cuando no podemos confiar en un Dios, en un ser superior o en las
fuerzas de la Luz, nos sentimos vulnerables y asustados. El miedo se expresa
como duda a nivel mental. Uno no puede confiar en sí mismo, por ende, no puede
confiar en el otro. Esas dos actitudes bajan la frecuencia de nuestras
vibraciones del miedo y de la duda. Aún aquellas de nuestro clásico
perfeccionista cuyo miedo secreto sería el de cometer errores o ser demasiado
indulgente.
Es sumamente
importante mantener ininterrumpidamente un cuerpo emocional armonioso. Ésta es
la única manera de construir un ímpetu positivo en lugar de negativo, puesto
que la energía emocional se basa en el impulso.
El trabajo de la
metafísica en este nivel es comprender y experimentar nuestras propias
atracciones y repulsiones, así como nuestro comportamiento reactivo y
receptivo. Necesitamos observar nuestras "calificaciones" (la manera
que vemos la realidad mediante la proyección de nuestras emociones) y convertir
las malas calificaciones en propuestas positivas. Más aún, necesitamos cuidar
nuestras expectativas. Todo el mundo se queda atrapado en el espejismo de su
Cuerpo Emocional. Ser sensible no sólo a sí mismo, sino también al hecho de que
otros por virtud de sus propias proyecciones no son capaces de verse a sí mismos
ni a otro.
SUGERENCIA
Pregúntese:
¿Cómo me siento?
¿Estoy
reaccionando automáticamente o respondo de manera genuina a mi medio ambiente?
¿Cómo me
proyecto? ¿Transmito con éxito mis sentimientos o se me interpreta de otra
manera?
¿Cómo puedo
cambiar la forma en que me percibo a mí mismo?
¿Cómo puedo
cambiar la forma en que otros me perciben?
¿Cómo soy en mi
más estricta privacidad? ?Y cómo difiere eso de lo que soy en público?
¿Cómo soy con mi
mejor amigo? ¿Con un extraño?
¿Cuáles son mis
gustos y disgustos? ¿Cuán adicto soy a ellos y a ciertos patrones emocionales?
¿Quién no me
gusta y por qué? ¿Tendrán esas personas rasgos que no quiero reconocer en mí
mismo?
Una vez que
contestemos estas preguntas con toda honestidad, necesitaremos empezar a actuar
sobre lo que hemos notado. Especialmente, en lo que se refiere a las personas y
características que nos disgustan, aunque sea levemente. Esas vibraciones, como
ondas sonoras que son, viajan hacia el objeto de nuestro disgusto y nos regresa
con la misma cualidad amplificada, alojándose en nuestra aura y sumándose al
"pegote".
La materia del
Cuerpo Emocional, al igual que las otras sustancias desde la más refinada a la
más densa, responde al ritmo, en especial a la música. Ama el arte, la
naturaleza y todo el espectro de emociones humanas. La intensidad emocional es
propensa a la actividad cíclica. Al entender esto, podremos organizar nuestras
vidas para contraponer "la caída" que normalmente sigue a la
actividad cumbre y desviar el síndrome maníaco depresivo que caracteriza la
mayoría de nuestros comportamientos sociales. De esta manera empezamos a
ejercer una cierta maestría sobre las energías del cuerpo emocional,
estableciendo el equilibrio que brinda la armonía.
AÚN EN CONSTRUCCIÓN.
Tengan un poquito de paciencia
cortésmente, el resto llegará pronto.
Gracias.